Paola tiene 40 años y siete de trabajo en el SAME. Hasta diciembre recibía por teléfono los alertas de emergencia, hacía preguntas para determinar la gravedad del incidente, despachaba los pedidos e informaba a los choferes de las ambulancias sobre la disponibilidad de traslado a hospitales. "De escuchar todas las situaciones, pasé a verlas. Ahora -dice- estoy en el lugar del auxilio".
"En muchos ámbitos laborales, por cuestiones culturales e históricas, ni siquiera la mujer se planteaba por qué no tenía acceso a ciertos lugares. Pero eso por suerte está cambiando", dice Bou Perez, segunda ministra de Salud en la historia de la Ciudad, y sigue: "Hoy las mujeres estamos ocupando muchos espacios. La diferencia está en garantizar el ingreso laboral para que la mujer elija y tenga posibilidades para desarrollarse".
Con la mano apoyada sobre el antebrazo de Paola, la ministra agrega: "Hay que abrir espacios mixtos, acá empezamos por un lugar que hace 56 años era masculino". Paola la mira, es la primera en ese cambio. En el brazo que le quedó libre, tiene tatuado Agustina y un pie de bebé. El nombre y el dibujo corresponden a su hija de dos años. Todavía no le contó sobre su cambio laboral. "Es chiquita para entender", dice y se ilusiona con el tiempo en que una mujer en un trabajo ya no sea noticia.

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