domingo, 4 de noviembre de 2018

UNA NORMA DE DEFENSA DISCRIMINA A LAS MUJERES CON TATUAJES

Estela Martín, madrileña de 30 años, es licenciada en Psicología y cumple todos los requisitos para ingresar en el Ejército español. Sin embargo, un obstáculo insalvable se ha interpuesto entre ella y su vocación: un tatuaje de solo siete centímetros sobre su empeine derecho.

Poco importa que muchos legionarios tengan hasta el último centímetro de su piel cubierto de tinta, como se puede apreciar cuando desfilan en Semana Santa. La norma solo se aplica a los aspirantes, no a los que ya están en el Ejército, y los criterios no son los mismos para hombres que para mujeres. 

Según le confesó el presidente del tribunal, los varones podían llevar las piernas tatuadas del tobillo a las ingles sin problema, ya que se las cubren con los pantalones. 

De nada valieron las protestas de Estela, el presidente del Tribunal insistió: “Tu superior te puede obligar a llevar falda aunque tú no quieras” y le reconoció que “la superficie de piel libre de tatuajes exigible a una mujer es muy superior a la de un hombre”.

 “Me gustaría comprender qué utilidad tiene obligar a una militar a llevar falda y tacones, más allá de mantener la imagen de mujer-objeto y dejar nuestras capacidades y competencias subordinadas al físico”, se lamenta Estela.



           Modelos de uniformidad del Ejército de Tierra.

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